Un olvido no es casual.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Mate de Menta. (Fracaso de artículo sobre la bohemia)



Mate de menta… La idea me parece cada vez más patética, y es mi necedad la que me empuja a seguir escribiendo. Mate de menta. ¿Y sabe a que me refiero? Pues, en caso de que la respuesta sea negativa, continúe leyendo esto.

Ya lo sé, tenemos las palabras “Mate”, “de”, “Menta”, y lo adecuado sería explicarlas. Mate: Usualmente infusiones de hierbas. (Agua caliente + hierba, ahora, que le pongas azúcar, o edulcorante, Dios quiera que no seas diabético, eso no es indispensable). De: Bueno, ¿Necesito explicarlo? Menta: Hierba silvestre… No sé porque se me hace tan difícil escoger las palabras, así que imitaremos a un diccionario, Hierba silvestre (sabe Dios hasta que punto realmente)… Me rindo, mejor citamos a uno, ¿Está bien? ¿Una enciclopedia mejor? Ok, ok, ok.

Menage a Trois: Perdón, creo que me he confundido

Menta: f. Bot. Hierba vivaz de la familia Labiadas (Menta piperita) De 10-60 cm de altura, con las hojas ovales y las flores rosadas…(1)

Ya, creo que están todos aburridos. ¿Qué puedo decirles? Ya los perdí, el comienzo de un artículo es lo importante. ¿O no? Ni modo.

Pero cuando estas palabras están juntas, forman una frase: “Mate de Menta”, (Es una frase, ¿verdad?) Y son tan misteriosas… bueno quizás no tanto.

¿Y la bohemia Joan?, ups, pensé que no se darían cuenta.



Está bien, ahora vamos en serio.

Existe un cliché literario, común o al menos frecuente en la literatura peruana: Que los escritores, y escribanos, tomamos mate de menta. Un ejemplo lo encontramos en la Tía Julia y El escribidor de Mario Vargas Llosa. Donde, entre otras cosas, el mate de menta es una de esas excentricidades en uno de sus personajes.

Comer poco, usar lentes de medida, dormir hasta tarde, tener un cigarrillo siempre a la mano, andar deprimido, hablar poco, vestirse como si nos importarán un pepino los demás (y en realidad nos importa por lo menos una arroba), tomar mate de menta… Si, ese es el cliché, ese es el escritor, al menos el que vive en nuestra mente y se nos presenta cómo un ideal digno de ser imitado.

Vamos a ser honestos, si me piden que me imagine con esas características, me imagino en el paraíso, dando autógrafos a los ángeles, o hasta a Dios, ¿Por qué no? Y creo que mi falta de madurez en el pasado me ha llevado por el sendero de la imitación, copiando y copiando ciertas manías hasta convertirme en algo que no soy.

No señores, no tomo mate de menta antes de escribir, y no escribo con una pluma, pese a que ambas cosas las he intentado.

¿Qué es la bohemia? Yo pienso en el mate de menta cuando me lo preguntan, porque eso es algo que aún no logro comprenderlo del todo. ¿Acaso alguien puede tomarlo sin sentir que está imitando? ¿Acaso alguien lo toma realmente antes de escribir? Y si es así, díganme, ¿Da inspiración? Bueno, eso es la bohemia, uno de esos hábitos incomprensibles, misteriosos, una suerte de rito complejo, que tratamos de asimilar e incrustar en nuestros hábitos. Algo necesariamente llamativo, algo extravagante, a veces repulsivo, pero a la vez hermoso. Algo que solo nosotros sabemos, porque solo nosotros conocemos su significado.

¿Pero, y que de los que realmente son bohemios? Porque queridos lectores, las anteriores son palabras fuertes… Los que realmente son bohemios… pues son unos pocos, y la bohemia no les pertenece. Es como si nosotros, los que queremos (Queríamos) aparentar, les hubiésemos arrancado de las manos su creación, para utilizarla a nuestro gusto, y sentirnos más sofisticados, más incomprendidos, más agradables a los ojos de los lectores.

Mate de menta… La cuestión es simple, es tomarlo… Y para tomarlo necesitas tener las hierbas a la mano. Y al menos yo, soy tan incapaz, tan inconstante con las cosas, que no me percato de que falta en la alacena, y al final termino tomando un té o un café.

Las combinaciones son infinitas… Imagina un despertar etílico, imagina prender un cigarrillo, vestido con un saco, sosteniendo una taza caliente en una de tus manos… la única fuente de calor en esos días de invierno donde el frio incluso penetra los huesos, ese sabor peculiar, esa sensación de melancolía, con un bolígrafo en la otra… ¿Suena tentador, verdad?, suena cómo algo digno de ser retratado. Y ahí está el problema: Estamos solos. ¿Entonces para que hacerlo todo? Para qué generar semejante ambiente, si al fin y al cabo nadie va a verlo.

Por eso la bohemia es algo colectivo, por eso somos adictos a esas reuniones donde leemos nuestras cosas, por eso nos oponemos a las dictaduras y a toda esa mierda que tiene nuestra sociedad, siempre en la noche, siempre encerrados, pero acompañados. ¿Pero eso es bohemia? ¿Eso es esa movida de la que tanto nos sentimos orgullosos? No será que acaso es el consuelo de muchos, un consuelo para nuestro fracaso… ¿Un antídoto para la impotencia de ser nadie, queriendo serlo? Para sentirnos famosos entre unos cuantos, porque la fama es fama al fin y al cabo, e importa muy poco que sean 2 o 2 millones nuestros seguidores… Para sentirnos menos estúpidos de dedicarle la vida a algo muerto.

Eso… eso no es bohemia, esa es la realidad que hemos querido darle a la palabra. La bohemia, es más bien el Mate de Menta, una de esas cosas que tu sabes que haces, que solo tú sabes… Y que quisieras que todos supieran, pero si lo supieran ya no lo sería. La bohemia… ¡La bohemia es tristeza! Es tragarte las palabras con el alma destrozada, callarte cuando quieres gritar. Estar solo, cuando lo único que tienes en la cabeza es a todo el mundo. Y si alguien soporta ese estilo de vida, y si ese alguien decide escribir, aunque quizás nunca será leído, entonces merece que lo llamemos bohemio. Las cosas inevitables, accesorias, que rodean esa aura, son las que nos dejan maravillados. El color verde, el calor, la acidez-amargura de un sorbo, el aroma.

Pero quizás todos somos bohemios. A veces vamos a la cocina y preparamos un mate de menta, sin siquiera darnos cuenta, ni darle importancia. Sin percatarnos de todo lo que implica. Sin mirarnos a nosotros mismos en el espejo, ni el caos a nuestro alrededor.


1. Gran Enciclopedia Salvat. Salvat Editores. (Eso basta, supongo, no me obliguen a poner una engorrosa “cita”) Ah sí, tomo 18. (¿Alguno va a darle un vistazo al menos?)

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