Un olvido no es casual.

lunes, 28 de enero de 2013

....


Sentí la briza del invierno penetrar en mi pecho helado,
De la mano de una sensación de vacío, o descompresión.

Me lo había preguntado esa mañana,
Recostado en una banca llena de nieve,
Si toda la aventura había tenido algún sentido.

Lorenzo, me dije,
A veces no eres un poeta,
Y eso está bien.

Porque hablar rápido no es siempre extroversión,
A veces no es más que nervios y el vacío…
Cuándo el miedo a ser rechazado es tan grande,
Tratamos de buscar a alguien más miserable que nosotros mismos.

domingo, 23 de septiembre de 2012

17


What if we all die?

Not of a sudden,

But at the end of our lives.

 

What if we all die?

Is not that I’m asking

Perhaps it’s a fact.

 

What if we all die?

If we do, I wonder

Then what?

domingo, 8 de abril de 2012

Lo que pocos saben

De niña creía que el mundo era distinto de madrugada. Nunca había estado afuera a esas horas, y pensaba que la ciudad tomaba otra forma aprovechando que nadie la miraba. Hasta ese día, que pudo haber sido cualquiera, pero que no lo fue. Un día que desperté sin más y salí de la cama mientras todos dormían. Tal como si mi cuerpo respondiera a un llamado proveniente del otro lado de la puerta, quizá una fuerza sobrenatural.

Los faroles alumbrando a través de la neblina, esa brisa helada que llevaba impregnado el olor del pasto mojado; el asfalto negro y gastado de las pistas. Como el vecindario siempre había sido, pero desierto, salvo por esos hombres que a lo lejos arrastraban un tronco carbonizado que desprendía chispas de candela.
No sé a dónde me llevaron, tampoco sé por qué no grité. Ni qué sucedió exactamente. O porque mis padres lloraron tantos días después. Solo sé que ese era el mundo de madrugada, el mismo en el que vivíamos, pero habitado por fantasmas.

martes, 27 de marzo de 2012

Sueños Truncos

Viel pétalo de una rosa quebrarse,
así sin más
Cual si hubiera esperado el momento adecuado para hacerlo,

Para decir algo...
 
Una verdad universa

domingo, 22 de enero de 2012

Los dibujos de Gustav Klimt

Gustav klimt,

Pintor Austriaco conocido por su pintura simbolista. Insignia de muchos movimientos intelectuales, vanguardista.

Muchos conocen sus pinturas, unos menos sus dibujos. Maestro de la pintura, pero también maestro del dibujo, o grabado. Con una predilección por el grafito, Klimt, inmortaliza como ninguno la forma femenina, el cuerpo de mujer. Un día en su estudio era un día lleno mujeres desnudas, algunas prostitutas pero otras no, que estaban ahí no por su servicio sexual, sino para posar. Un tipo de pose bastante particular que es patente en la obra de Klimt, donde no posan en el sentido técnico de la palabra, ya que Klimt muy pocas veces pedía a las mujeres que retrataba que posaran, indicándoles más bien que realizaran sus asuntos o aquello que se les encarga de manera natural. Klimt les pedía que caminaran por su estudio, que se esparcieran con libertad. Es por ello que él capta expresiones nada rígidas o elaboradas, sino una belleza mansa, despreocupada, indiferente, relajada, que descansa con total naturalidad. Una expresión corporal libre, sumada a su perspectiva sutil, casi voyerista, si cabe el término. Que, en una palabra, resulta: Genial.

Aunque sus dibujos son considerados por algunos sectores conservadores como pornográficos, aquellos detractores no pueden estar sino completamente equivocados. La obra de Klimt erróneamente puede ser calificada como pornográfica, pues lo pornográfico implica una obscenidad explícita, que sin mayor reserva expulsa y lo muestra todo cuanto intenta mostrar. Lo pornográfico juega con lo grotesco, con lo tosco, lo torpe, y lo mundano. ¿La obra Klimt es erótica? Sí, ¿Muestra cuerpos desnudos? A veces sí. ¿Y Cuando lo hace, muestra lo más desnudo de los cuerpos desnudos, seamos precisos: genitales? Sí. Pero en el arte a veces no es tanto el contenido, sino la forma en cómo este es presentado, la que define el enfoque. La obra de Klimt tiene un erotismo innegable, pero un erotismo que se debe al arte, sutil, nada explícito a pesar de ser “explícito” (el lector entenderá esto al ver por sí mismo la obra de este maestro). Es una obra, que muestra belleza, erotismo sí, pero bello. Delicado.

Así que, intentando apartarse de sus prejuicios, lo invito querido lector a juzgar por sí mismo la obra en cuestión. A apreciarla, en el sentido técnico o artístico de la palabra. Sin más que decir, veamos ese aspecto no tan conocido de Gustav Klimt: sus dibujos.- Algunos de sus estudios de la forma humana, y desnudos.

(Hacer click en las imágenes para verlas en pantalla completa)



































Disclaimer: Las obras de Klimt, debido a su antigüedad han caído en el dominio público. Y su difusión no puede ser considerada como una infracción a los Derechos de Autor patrimoniales. Todos los dibujos, pertenecen a Gustav Klimt, autor de ellos. Yo no soy el autor de ninguno de los dibujos.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Carrefour

El cielo, la luz filtrándose por las ventanas… había algo de bello en eso, algo de horrendo. Otro día más.
Metí como pude las cosas en la maleta y salí a toda prisa para no perder el vuelo. Que ridículo, había leído mal el boleto, ya lo había perdido.

Compré un pasaje, el único que conseguí a un precio accesible para ese mismo día, y estuve sentado en unas bancas por dos horas, lamentando no tener una computadora, o por lo menos un libro, cualquier libro. Viendo la gente llegar, irse, llegar, irse, correr, caminar, comer.

Cansado, me paré y fui al patio de comidas a ver si podía conseguir algo. Compré una ensalada, y me senté cerca a las ventanas donde las mesas estaban vacías. Perdí mi vista en los aviones allá afuera, despegando, llegando. Tenía hambre, pero me daba tanta pereza llevarme a la boca la comida que me estaba tomando una eternidad terminar el plato

Entonces la vi a ella, sola como yo. Pero no me apresuré, esperé unos minutos: Efectivamente, sola como yo. Fingiendo comer lo que tenía en su plato, como yo, atravesando con el tenedor, cortando, pero sin llevarse nada a la boca. Con un vestido blanco que hacía resaltar su cabello negro.

Tuve una idea. -No, no. Ni se te ocurra- Me dije. Y de pronto me reí, como un psicópata. Qué pensaría la gente, al menos ella estaba inmutable, concentrada en su libro, sabe dios cuál, adivinaré… ojos grandes, labios finos, quizás tan o más alta que yo, Sí, debe ser algo de Dostoyevski, ¿Acaso “Crimen y Castigo?”, ¿O será “Los hermanos Karamazov”?, ¿Podría ser? No… lo dudo, no parece freudiana, será “El extranjero” De Camus, ¿O algo de Sartre? Rayos…

De pronto, estaba ansioso, tenía esa idea loca, esa payasada que abunda en las películas: acercarme, desde luego. Sentarme a su lado, comer juntos. Como sea, yo me dije: quizás parezcas un acosador, así no funciona la realidad. Pero por otra parte pensaba y repensaba, y me daba cuenta que lo peor que podría suceder es que me rechazara. Vamos hombre, atrévete, ¡Atrévete!

Entonces tomo mi bandeja, me pongo de pié, y voy al stand del restaurante que me vendió la ensalada para pedir unas servilletas. Vaya ¡Soy todo un ganador! Vuelvo a sentarme, ella sigue jugando con su comida, no ha hojeado su libro en más de 5 minutos, probablemente ni siquiera le gusta la literatura. Otra vez el escalofrió, un avión parte justo ese momento afuera.

Vuelvo a mirarla, se da cuenta de ello, y voltea su mirada hacia la ventana. Así de perfil es hermosa. Rasgos finos, un cuello largo, está usando unos aretes demasiado grandes, debe dolerle, a mí me dolería. Pero se ve tan bien… -Hazlo, hazlo- Me doy ánimos, y vuelvo a pararme. Tomo la bandeja, y camino hacía su mesa. Estoy nervioso, mi corazón no deje de hacer tic tac, tic tac, tic tac. Estoy a su lado, le tapo el sol, así que despega sus ojos de la mesa y me mira. –Hola.- Digo, y se queda mirándome sin mencionar una sola palabra. Siento que debo decir algo más, el silencio ya se está tornando incómodo. –Vi que estabas sola, y pensé… que tal vez podíamos comer juntos.- Me sonríe. ¡Dios! Es tan hermosa. –No estoy sola.- Contesta al fin. Miro alrededor buscando su compañía, vuelvo a verla: sigue sonriendo, y comprendo que eso significa un no. Quiero explicarme, pero como no se me ocurre nada digo: -Gracias.- ¿Gracias? ¡Qué estúpido!, da igual, volteo para irme, miro de reojo su libro es “Harry Potter y la Orden del Fénix” de J.K. Rawling, vaya mal gusto. Regreso a mi mesa, estoy rojo como un tomate. No me atrevo a mirarla un buen rato e intento comer esa maldita ensalada, y miro con envidia a un gordo que devora una pizza allá por donde las mesas están repletas de personas. Termino y me levanto, solo quiero irme de ahí.

Divagué por las tiendas y el duty free hasta que fue hora de embarcarme. Pasé por los molestos protocolos de seguridad, pero al fin estaba en el avión, en mi asiento “27L”, Sí, a la ventana. Y mientras acomodo mi maletín en los compartimientos de carga, adivinen a quién veo: a ella. Y me mira, mira su boleto, y vuelve a mirarme. No le prestó mayor atención, estoy resentido. Guardo mis cosas y me siento. Unos segundos más tarde ella se sienta a mi lado y aunque me pongo nervioso, pretendo no darme cuenta, y sigo mirando por la ventanilla como los operarios lanzan como brutos las maletas para meterlas en el avión. Se me cruza por la cabeza cambiarme de sitio, no soporto la vergüenza. Pero la azafata ya ha cerrado las escotillas de carga y veo que debo resignarme. Tomo la revista de la aerolínea para distraerme, pero me cuesta leer con ella al lado.

-¿Me la prestas?- Me pregunta ella cuando ya estamos en vuelo. Puedo darle la revista de buena gana y hacerme el loco, o puedo molestarla, ¿Pero con qué objeto? Ya estoy condenado a una hora a su lado, lo mejor sería olvidarme de todo. Pero, idiota como soy, opto por lo último y sin desprender la revista de mis manos le digo: -¿No estabas acompañada?- Ella me contesta sin inmutarse: -Era mentira. ¿Me prestas la revista por favor?- Se la doy, recuesto la cabeza en mi mano para contemplar las montañas allá abajo. Me ha vencido.

Hace 3 años que estoy solo. Ya estaba solo antes, pero hace 3 años me quedé completamente solo. Es terrible alejarte de todos los que aprecias por tu novia, e incluso peor que ella muera, así de pronto, en un accidente. La cargué en mis brazos, y corrí sin la menor idea de adonde, creyendo que encontraría un hospital. Incapaz de asimilarlo, creyendo que ese instante era parte de un mal sueño, del que despertaría en cualquier momento. Ella me rogó que la bajara, y cuando la recosté me dio un beso, un beso… lo último que hizo antes de que sus ojos perdieran todo brillo.

-Lo siento.- Me dijo la chica sentada a mi lado. Quería mandarla al diablo, pero solo le dije: -Descuida.- y volví a mirar las ventanas. Cada vez que recordaba a mi novia terminaba deprimido.

-Toma.- Dijo mientras me extendía de regreso la revista. La recibí, y continué mirando las fotografías. –Me llamo Flora.- Dijo. –Un gusto, yo soy Fauna.- Le contesté y se sonrió a pesar de que mi intención era molestarla. –Anda, dime tu verdadero nombre.- Insistió. Yo soy… nadie. En qué estaba pensado cuando quise sentarme a su lado. -¿Te encuentras bien?- Me preguntó. –Sí. Gracias. Soy Antonio.-

Era una invitación, ahora podíamos conversar, ya no éramos extraños. Contarnos nuestra vida, quién sabe, quizás forjar una bonita amistad. O al menos pasar el momento. Pero no dije nada, y ella tampoco lo hizo. Llegamos a tierra, tomé mis cosas, y me fui. No la volví a ver nunca.

Al día siguiente hice aquello para lo que había venido y regresé esa misma tarde al aeropuerto para volver a la ciudad.

Desperté en mi casa. El cielo, la luz filtrándose por las ventanas… hay algo de bello en eso, algo de horrendo. Es otro día más.

 

miércoles, 6 de julio de 2011

Ana

Ana sabia que tal como era no podía tenerme. Se lo había repetido a sí misma muchas veces y lo había asimilado, pero su pequeño corazón enamorado terminaba triunfado frente a la razón y cuando estaba distraída volvían a ella las fantasías nupciales, la casa de campo y los cuatro niños. Era lo que más deseaba… a decir verdad era lo único que deseaba.


No podía besarme ni abrazarme como hacían las otras chicas. Tenía que soportar verlas venir una y otra vez, y tampoco podía quedarse a dormir en mi cama o calentarme en Junio. Ay pobre Ana, qué siempre me protegía como un ángel de la guarda, ella que siempre velaba mi sueño y que se preocupaba de que todo me fuera bien. Mí única compañía cuando estaba enfermo, ella que había llegado antes que las otras, y que creía que merecía un lugar especial.

La sola idea de ser un maniquí la molestaba y pasaba su tiempo pensado en hadas y magos que pudiesen hacerla de verdad. Pero siempre terminaba por aceptar la realidad, y eso la irritaba de tal forma que solo quería estar encerrada en la oscuridad esperando que alguna vez la sacara del escritorio y me pusiera a dibujar. Esperando esas horas en las que mis ojos la miraban solo a ella, y donde no había nadie en el mundo salvo ella y yo. Momentos donde una mirada atenta podía significar algo, momentos donde el amor parecía posible… momentos de la más intensa felicidad, y la más intensa tristeza: la impotencia de tenerme cerca y solo para ella, y sin embargo no poder hacer nada.

Ana comenzó a notar que sus esperas eran cada vez más prolongadas. Al principio nunca eran más de 2 o 3 días, luego fueron semanas, meses, años… Esperó tanto que cuando volvió a verme tardó en reconocerme. No tenía frente a ella a ese adolescente que recordaba sino a un hombre vestido con una camisa y una corbata. Pero ella tampoco era la misma, estaba maltratada, su cuerpo de madera comenzaba sentir el paso del tiempo. Pero aún así sentía amor intenso, y fantaseaba que algún día sus sueños se harían realidad.

Pronto supo que una mujer había conquistado todo lo que ella quería, y se sintió miserable al contemplar su felicidad. Maldecía el día que me había conocido, ese día en el cual entré a una tienda, y ella me vio entrar. Ese día que se sintió afortunada, porque la escogí de entre otras veinte o treinta, ese día que supo cual era su razón de vivir… ese día que supo lo que era amar.

No podía besarme, ni abrazarme, ni darme lo que otras chicas podían darme. No podía darme hijos, y tampoco podía darme felicidad. Ay pobre Ana, inservible, inútil, buena para nada. Ella que siempre me protegía como un ángel de la guarda, ella que creía que merecía un lugar especial.

Así pasó mi vida... ignorándola por completo. Ignorando sus sentimientos. Ni siquiera mi muerte pudo liberarla de su sufrimiento. Me amaba tanto que la negaba, no podía morir así sin más para ella. Porque ella no sabía hacer otra cosa más que amar.

Y así paso su vida, encerrada en la oscuridad, con el recuerdo de las horas en las que los dos éramos los únicos en el mundo, donde no importaba nada más. El abandono y la humedad terminaron por destrozar su pequeño cuerpo, y poco a poco se fueron difuminando aquellos sueños y fantasías… Entonces llegó él, y por un instante creyó que era yo regresando para llevarla allá donde estaba ahora, pero no… así que se dejó tomar sin importarle nada, pero descubrió que él la escuchaba, que él la entendía. Así que emocionada comenzó a suplicar. –Oh gran mago, te lo ruego. Solo quiero estar con él...yo lo amo, lo amo tanto…- las lagrimas que jamás tuvo comenzaron a brotar mientras su cuerpo se iba deshaciendo y se convertía en polvo. Conmovido él tomo los restos de Ana, y los colocó dentro de una urna. –Descansa en paz pobre alma.- Le dijo antes de poner de nuevo la tapa. Un ligero susurro pudo escucharse, un murmullo… gracias…

martes, 8 de febrero de 2011

Personalízame (3)

3.

¡Rayos! No, no, no. Solo quería que dijeras que estaba bien, que ya no importa. Que era cosa del pasado. Yo no pensé que… esto te afectaría tanto. Perdóname.


-Está bien. Ya no importa.-

Ya no importa… ya no importa… Ya no importa…

No, todo está mal. Acaso tú… Acaso yo…

-Ya no importa.-

Y con esa sentencia de muerte se van todos mis recuerdos. Incluso aquellos que han estado en una constante pugna por salir.

Soy lo inverso por las mañanas

Soy la espina que se te clava en la suela del zapato y no llega a penetrar.

La verdad inadvertida, una posibilidad.



Lo tengo todo y no tengo nada.

Mi vida es una fogata que hace mucho se apagó



Estoy muerto y también vivo,

Y nada tiene sentido ahora.







Soy el junco opacado por las rosas en un ramo.

Un alma que cada madrugada escribe tonterías pensado en tu amor.



Soy quién te ama desde la cama en un cuarto donde no entra sol.

El hombre de tus sueños que ignorado parece uno más.



Eso, quién te ama, y quién sin embargo no se siente amado.

domingo, 6 de febrero de 2011

Personalízame (2)

2.

“¿Por qué estoy haciendo eso? Por qué…”


A veces las voces internas que salen a flote con un descuido revelan verdades universales. Como la negación de la muerte con el sexo, el remordimiento luego del despilfarro, o una lagrima que se reprime y no brota cuando vemos a un niño muriendo en nuestros brazos. Sentimientos, juicios de valor que creemos adquiridos y que sin embargo llevamos desde siempre dentro de nuestro propio ser, acaso como si fueran parte de nuestro código genético.

“¿Por qué estoy haciendo esto? Por qué…”

¿Si el mundo es tan grandioso, por qué estoy deprimido? No tengo sed, he comido, he dormido, y además estoy bastante cómodo… y sin embargo hay un vacio dentro, algo que no se llena con comida, ni con sueño, o agua, o sexo. Un… no se qué.

lunes, 31 de enero de 2011

El último intento de la nostalgia

Este, es… ¿el fin?


El amor, ¿se ha ido, y nada más?

¿A cambio de qué?

Mamá… la vida nos deja… ¿Por qué?



Ver sin ver

Ver sin ver nuevamente.

Acaso es… ¿lo que dije porque no se me ocurrió nada?

¿Soy yo?

.

.

.

¿Qué soy yo?

¿Quién soy yo?

.

.

.


Tan solo lo hice porque ya no lo soportaba…


Este,

Este es… el fin.

Duele

Me duele la impotencia, el verte frente a mí

Extraño las mañanas de besos al espejo

Esas cosas que aún tengo que decirte, y que jamás diré

Las letras muertas que resuenan en mi habitación…



Me duele la vida, el verte respirar

Saber que todos los días pierdo otra oportunidad

Esas cosas que he querido decirte, y que jamás creí

Las verdades universales que envuelven nuestro amor



Ese amor del que he hablado tanto, pero que jamás existió

La raza de la sabiduria y la ignorancia popular

Cuanto más lejos, tanto más cerca, el pensamiento debe reflejar un espectro infrarrojo

La tinta del papel forma patrones de calor

Y acaso las gotas erosionan un pozo tan rápido como lo hago yo

Acaso siento las vibraciones de ultratumba persiguiéndome, ¡Acaso!






Los limites los creamos todos

Señores me acusan de hacer apologías impías
De incentivar al suicidio, incesto, poligamia, ateísmo, lesbianismo

Yo no consolide las voces que dicen MILF, o GANG BANG, o vida patética de mierda

Ni siquiera materialismo puro, felicidad artificial, o superficialidad

Envidia nacionalista, o discriminación dentro de la familia



Cuanto más, más y más. Y dios va por el resto

Que se caiga el cielo si las cosas no funcionan, que se corroan las cañerías de esta vieja ciudad

Que todo se desmorone, porque no falta nada para eso

Matemos nuestras glorias, hagámonos más pequeños,

Burlémonos de los demás para ser menos miserables, ocultemos nuestro profundo odio hacia nuestra mísera existencia

Digamos que todo lo exterior es mejor, comamos sushi, y a la mierda el cuy de seis patas



Valga algo tu madre, y la tuya, y esa más.

¡Que viva la raza de la sabiduría, y de la ignorancia popular! ¡Que viva!

Destrocemos las verdades universales. Compremos comida para perros cuando hay seres humanos que no comen.

Busquemos los mejores zapatos, y los mejores vestidos, y las más bonitas casas al estilo LOFT

Y entonces quemémoslo todo para fingir que hacemos lo contrario y así tener más amigos en las redes sociales

¡Claro! Seamos contracorrientes, pero comamos un corte de cuadril los martes, y démosles fideos sin nutrientes a los campesinos a cambio de sus papas que tanto nos enorgullecen

¡Estafémonoslos! Carajo, ¡hagámoslo! Qué esperamos. Qué esperamos… para negar a nuestros padres y abuelos. Para negarnos a nosotros mismos...

Que esperamos para ser más blancos… ¡Hablemos distinto! Rechacemos todo lo que nos dejaron. ¡Todo!



Y sí, sí, ¡Sí!, Destrocemos las verdades universales. Hundámonos en un pozo, ¡ahoguémonos!

Unos a otros, como perros, domésticos  y salvajes, llenos de autosuficiencia. Como perros, como perros, que ladran y muerden huesos.

¡Que viva la raza de la sabiduría, y de la ignorancia popular! ¡Que viva!

domingo, 30 de enero de 2011

Personalízame (1)

1.


Él despertó tras un sueño o una pesadilla, confundido al punto que ni siquiera hubiera servido el psicoanálisis, porque o algo había dejado de funcionar correctamente en su mente, o algo se había arreglado, y así dejaba de ser el mismo y se convertía en otro, y eso lo confundía.

Ella hubiera querido entender eso, pero era algo que en aquellas circunstancias estaba fuera de su alcance. Porque el mundo seguía girando en su eje, el tiempo corriendo, y así cada segundo de vida la iba transformando en alguien diferente, en ella, pero en otra, y otra, a cada segundo, y para entenderlo necesitaba ser ella ese momento.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Mate de Menta. (Fracaso de artículo sobre la bohemia)



Mate de menta… La idea me parece cada vez más patética, y es mi necedad la que me empuja a seguir escribiendo. Mate de menta. ¿Y sabe a que me refiero? Pues, en caso de que la respuesta sea negativa, continúe leyendo esto.

Ya lo sé, tenemos las palabras “Mate”, “de”, “Menta”, y lo adecuado sería explicarlas. Mate: Usualmente infusiones de hierbas. (Agua caliente + hierba, ahora, que le pongas azúcar, o edulcorante, Dios quiera que no seas diabético, eso no es indispensable). De: Bueno, ¿Necesito explicarlo? Menta: Hierba silvestre… No sé porque se me hace tan difícil escoger las palabras, así que imitaremos a un diccionario, Hierba silvestre (sabe Dios hasta que punto realmente)… Me rindo, mejor citamos a uno, ¿Está bien? ¿Una enciclopedia mejor? Ok, ok, ok.

Menage a Trois: Perdón, creo que me he confundido

Menta: f. Bot. Hierba vivaz de la familia Labiadas (Menta piperita) De 10-60 cm de altura, con las hojas ovales y las flores rosadas…(1)

Ya, creo que están todos aburridos. ¿Qué puedo decirles? Ya los perdí, el comienzo de un artículo es lo importante. ¿O no? Ni modo.

Pero cuando estas palabras están juntas, forman una frase: “Mate de Menta”, (Es una frase, ¿verdad?) Y son tan misteriosas… bueno quizás no tanto.

¿Y la bohemia Joan?, ups, pensé que no se darían cuenta.



Está bien, ahora vamos en serio.

Existe un cliché literario, común o al menos frecuente en la literatura peruana: Que los escritores, y escribanos, tomamos mate de menta. Un ejemplo lo encontramos en la Tía Julia y El escribidor de Mario Vargas Llosa. Donde, entre otras cosas, el mate de menta es una de esas excentricidades en uno de sus personajes.

Comer poco, usar lentes de medida, dormir hasta tarde, tener un cigarrillo siempre a la mano, andar deprimido, hablar poco, vestirse como si nos importarán un pepino los demás (y en realidad nos importa por lo menos una arroba), tomar mate de menta… Si, ese es el cliché, ese es el escritor, al menos el que vive en nuestra mente y se nos presenta cómo un ideal digno de ser imitado.

Vamos a ser honestos, si me piden que me imagine con esas características, me imagino en el paraíso, dando autógrafos a los ángeles, o hasta a Dios, ¿Por qué no? Y creo que mi falta de madurez en el pasado me ha llevado por el sendero de la imitación, copiando y copiando ciertas manías hasta convertirme en algo que no soy.

No señores, no tomo mate de menta antes de escribir, y no escribo con una pluma, pese a que ambas cosas las he intentado.

¿Qué es la bohemia? Yo pienso en el mate de menta cuando me lo preguntan, porque eso es algo que aún no logro comprenderlo del todo. ¿Acaso alguien puede tomarlo sin sentir que está imitando? ¿Acaso alguien lo toma realmente antes de escribir? Y si es así, díganme, ¿Da inspiración? Bueno, eso es la bohemia, uno de esos hábitos incomprensibles, misteriosos, una suerte de rito complejo, que tratamos de asimilar e incrustar en nuestros hábitos. Algo necesariamente llamativo, algo extravagante, a veces repulsivo, pero a la vez hermoso. Algo que solo nosotros sabemos, porque solo nosotros conocemos su significado.

¿Pero, y que de los que realmente son bohemios? Porque queridos lectores, las anteriores son palabras fuertes… Los que realmente son bohemios… pues son unos pocos, y la bohemia no les pertenece. Es como si nosotros, los que queremos (Queríamos) aparentar, les hubiésemos arrancado de las manos su creación, para utilizarla a nuestro gusto, y sentirnos más sofisticados, más incomprendidos, más agradables a los ojos de los lectores.

Mate de menta… La cuestión es simple, es tomarlo… Y para tomarlo necesitas tener las hierbas a la mano. Y al menos yo, soy tan incapaz, tan inconstante con las cosas, que no me percato de que falta en la alacena, y al final termino tomando un té o un café.

Las combinaciones son infinitas… Imagina un despertar etílico, imagina prender un cigarrillo, vestido con un saco, sosteniendo una taza caliente en una de tus manos… la única fuente de calor en esos días de invierno donde el frio incluso penetra los huesos, ese sabor peculiar, esa sensación de melancolía, con un bolígrafo en la otra… ¿Suena tentador, verdad?, suena cómo algo digno de ser retratado. Y ahí está el problema: Estamos solos. ¿Entonces para que hacerlo todo? Para qué generar semejante ambiente, si al fin y al cabo nadie va a verlo.

Por eso la bohemia es algo colectivo, por eso somos adictos a esas reuniones donde leemos nuestras cosas, por eso nos oponemos a las dictaduras y a toda esa mierda que tiene nuestra sociedad, siempre en la noche, siempre encerrados, pero acompañados. ¿Pero eso es bohemia? ¿Eso es esa movida de la que tanto nos sentimos orgullosos? No será que acaso es el consuelo de muchos, un consuelo para nuestro fracaso… ¿Un antídoto para la impotencia de ser nadie, queriendo serlo? Para sentirnos famosos entre unos cuantos, porque la fama es fama al fin y al cabo, e importa muy poco que sean 2 o 2 millones nuestros seguidores… Para sentirnos menos estúpidos de dedicarle la vida a algo muerto.

Eso… eso no es bohemia, esa es la realidad que hemos querido darle a la palabra. La bohemia, es más bien el Mate de Menta, una de esas cosas que tu sabes que haces, que solo tú sabes… Y que quisieras que todos supieran, pero si lo supieran ya no lo sería. La bohemia… ¡La bohemia es tristeza! Es tragarte las palabras con el alma destrozada, callarte cuando quieres gritar. Estar solo, cuando lo único que tienes en la cabeza es a todo el mundo. Y si alguien soporta ese estilo de vida, y si ese alguien decide escribir, aunque quizás nunca será leído, entonces merece que lo llamemos bohemio. Las cosas inevitables, accesorias, que rodean esa aura, son las que nos dejan maravillados. El color verde, el calor, la acidez-amargura de un sorbo, el aroma.

Pero quizás todos somos bohemios. A veces vamos a la cocina y preparamos un mate de menta, sin siquiera darnos cuenta, ni darle importancia. Sin percatarnos de todo lo que implica. Sin mirarnos a nosotros mismos en el espejo, ni el caos a nuestro alrededor.


1. Gran Enciclopedia Salvat. Salvat Editores. (Eso basta, supongo, no me obliguen a poner una engorrosa “cita”) Ah sí, tomo 18. (¿Alguno va a darle un vistazo al menos?)